Mientras la mayor parte de Cuba enfrentaba un apagón total, los hoteles turísticos continuaron funcionando gracias a sus generadores de respaldo. Esta disparidad resalta la brecha entre el sector turístico y la población cubana, que lucha diariamente con la escasez de electricidad y la falta de servicios básicos.
La reciente crisis energética, que dejó a la isla sin luz debido a una avería en la termoeléctrica Antonio Guiteras, revela la fragilidad del Sistema Electroenergético de Cuba y las desigualdades estructurales en el acceso a la energía.
Hiana Galindo Enríquez, directora Comercial del Ministerio de Turismo (Mintur), aseguró que el impacto en el sector turístico fue “mínimo”, gracias a las medidas implementadas para garantizar la continuidad de los servicios en los hoteles.
Sin embargo, esta afirmación suena desconectada de la realidad que enfrenta la población. Mientras los turistas disfrutaban de instalaciones recreativas y comodidades, los cubanos comunes se resignaban a la penumbra, lidiando con un sistema energético que no logra satisfacer sus necesidades más básicas.
El apagón, que se produjo justo después de que el gobierno declarara una “emergencia energética”, puso de manifiesto las carencias del sistema. La reconexión del servicio eléctrico fue un proceso lento, marcado por nuevos cortes y por el azote del huracán Oscar.
En medio de esta situación crítica, los turistas rusos y otros viajeros no experimentaron interrupciones en su descanso, mientras que la población local enfrentaba días sin electricidad, lo que intensifica la sensación de abandono.
Impacto mínimo en el turismo
La directora del Mintur afirmó que durante la crisis no se cancelaron giras y que, ante la dificultad de atención a los clientes, se trasladaron a los turistas a otros hoteles. Esta capacidad de respuesta plantea interrogantes sobre las prioridades del gobierno. Si bien es vital proteger el sector turístico, la falta de soluciones para la población deja al descubierto una gestión ineficaz ante una crisis prolongada.
Konstantin Dudkin, representante de la empresa Pegas Touristik, corroboró que se tomaron medidas para garantizar el bienestar de los turistas, como llenar tanques de agua y asegurar el suministro de combustible. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿por qué estas medidas no se extienden a la población en general? La percepción de que el gobierno prioriza al turismo sobre las necesidades básicas de sus ciudadanos se ha vuelto cada vez más evidente.
A pesar de la importancia del turismo para la economía cubana, que representa el segundo sector más significativo en el PIB, las autoridades enfrentan una dura realidad. La recuperación del sector ha sido lenta y está marcada por el impacto de la COVID-19, las sanciones estadounidenses y, ahora, la crisis energética.
Mientras el gobierno sigue invirtiendo en el sector turístico, queda claro que el camino hacia la equidad y el bienestar de la población cubana aún es largo. La dualidad de la crisis energética expone una profunda injusticia social: mientras algunos disfrutan de comodidades, otros se ven obligados a vivir en la oscuridad. Este contraste plantea serias preguntas sobre la dirección del país y la atención a las necesidades de su gente.
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