El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) ha intensificado su política de deportaciones en la nueva administración de Donald Trump, con la meta de expulsar a miles de inmigrantes diariamente.
En la primera semana de su segundo mandato, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) reportó más de 7,000 deportaciones, asegurando que muchas de ellas correspondían a personas con antecedentes criminales.
Delitos incluidos en la lista de deportación
Aunque el gobierno ha afirmado que su prioridad es expulsar a criminales violentos, los registros oficiales muestran que no solo se trata de personas con condenas por delitos graves. La lista de ICE incluye acusaciones o condenas por asaltos agravados, delitos sexuales, tráfico de armas y drogas, violencia doméstica y secuestro.
Sin embargo, también figuran infracciones como homicidio vehicular involuntario, conducción bajo los efectos del alcohol (DWI) y posesión de sustancias ilegales. La inclusión de estos casos ha generado preocupación entre activistas y abogados de inmigración, quienes advierten que las deportaciones podrían afectar a personas con delitos menores.
Expulsiones masivas y operativos en marcha
Las detenciones han aumentado en todo el país, con vuelos de deportación hacia México, Jordania, Brasil y El Salvador. ICE ha fijado un objetivo de capturar más de 1,000 inmigrantes al día, con operativos en ciudades con alta población hispana como Nueva York, Chicago y Los Ángeles.
En Florida, el gobernador Ron DeSantis ha propuesto ampliar los poderes de las agencias estatales para reforzar las deportaciones, alineándose con la estrategia de Trump para restringir la inmigración indocumentada y fortalecer el control fronterizo.
El DHS ha reiterado que las expulsiones continuarán a gran escala y ha advertido que cualquier inmigrante sin estatus legal en el país es considerado prioridad para la deportación, sin importar la gravedad de sus antecedentes.