Aunque la llegada de la nube de polvo del Sahara provoca hermosos atardeceres, puede constituir un peligro para personas que padezcan de alergias y enfermedades respiratorias.
Como ocurre cada año, entre los meses de mayo a julio, la nube de polvo del desierto del Sahara cruza el océano Atlántico y llega hasta el sur de Florida luego de sobrevolar las Islas Canarias por más de 4 mil millas.
Las partículas que conforman la nube, aunque suprimen las tormentas y mejoran las puestas de sol, constituyen una amenaza para la contaminación de la atmósfera, por lo cual se aconseja permanecer el mayor tiempo posible en espacios cerrados y protegidos.
Sobre todo si se padece de alergias o patologías respiratorias. Se espera que el fenómeno permanezca en el sur de Florida hasta al menos mediados de esta semana.
Según ha confirmado la NASA, gracias al polvo del Sahara las aguas y suelos de las Américas se mantienen fértiles. Además, los eventos anuales de este tipo podrían suprimir las tormentas sobre Miami, Pembroke Pines y Delray Beach, causando que la calidad del aire se reduzca, así como las posibilidades de precipitaciones por la poca humedad del ambiente.
De acuerdo con Sammy Hadi, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional en Miami, la nube de polvo “actúa para prevenir lluvias y tormentas eléctricas generalizadas. Aún podría tener lluvias y tormentas eléctricas, pero la cobertura sería mucho menor si no tuviera polvo sahariano”, explicó el experto.
El polvo del Sahara fue detectado por primera vez en la década del 50 por el científico alemán Christian Junge. “Lo reconoció como polvo africano”, recordó el profesor Joseph Prospero de la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami.
“Miró las cartas meteorológicas y vio que los vientos eran los adecuados y que había habido algunas tormentas de polvo en África aproximadamente una semana antes”, precisó este estudioso.
En Europa este fenómeno es conocido como “calima” y es mucho más potente, por la cercanía, que el que se vive en el Caribe y Florida, Estados Unidos. Los más afectados siempre son los alérgicos.