Una exdeportista cubana, campeona mundial juvenil de la jabalina, la santiaguera Marisleisys Duarthe Morell, de 22 años, pidió en sus redes sociales ayuda por parte del gobierno y las autoridades deportivas, pues sobrevive con una ayuda por enfermedad de 800 pesos cubanos y eso no le alcanza para nada.
En un extenso texto, publicado en su perfil de Facebook, la ex medallista mundial, explica que padece una enfermedad degenerativa, llamada esclerodermia. La joven prácticamente no puede caminar y su estado de salud está muy deteriorado. La joven publicó fotos del “antes y después”, cuando era una atleta de alto rendimiento y en la actualidad, con su enfermedad.
“Aquí está Marisleysis Duharte Morell quien era una persona sana , alegre y llena de vida hasta que comencé mi vida deportiva. Fui campeona mundial de atletismo en la modalidad del lanzamiento de la jabalina donde aporté varias medallas a mi país. Estando en la manos del INDER, donde ahora nadie se acuerda de mí, ni de quién soy, ni de quién fui y mucho menos de lo que aporté como deportista a la nación”, expresa la joven.
EXDEPORTISTA CUBANA EXPLICA SUS VICISITUDES
Esta añadió ha ido varias veces a “instituciones del gobierno como tal pertenecientes a mi provincia y a mi municipio y no he podido resolver que me ayuden en nada de lo que yo necesito y realmente me hace falta”.
“No tengo ayuda por ninguna parte de las personas que yo esperaba ni de la institución en la que me encontraba, en nuestro país se habla de derechos humanos, pero en estos momentos no se donde están porque en la situación que me encuentro creo que tengo DERECHO a ser mejor atendida , tengo DERECHO a ser mejor y más tratada y tengo DERECHO a una mejor atención por parte del INDER”, agregó.
“Apenas me puedo desplazar de un lugar a otro y la ayuda económica que recibo y que antes era de 1088 pesos cubanos y ahora me la dejaron sin más acá ni más all, en 808 pesos, sin explicación alguna, que no me alcanza ni para alimentos , ni medicamentos”, siguió contando.
La exatleta cuestionó si en esas condiciones se podía seguir viviendo. “Hay que decir basta y no puedo seguir callada. No puede ser posible que tenga que recojer migajas que otros dejen por el simple echo de estar sentada sin poder valerme de mí misma y nadie se preocupe por saber en qué condición me encuentro o si sigo viva o si deje de existir”.
Triste realidad