No se detiene el salidero del deporte cubano, que a estas alturas tiene un hoyo gigantesco. En un año marcado por el fiasco de Lima 2019 y la desastrosa actuación del béisbol en el 2012, lo único que despuntaba para renacer dentro de la Isla, también se cae, o mejor escrito, se escapaba. Obvio que esta temporada para la Isla también queda marcada por las deserciones, en manada durante los torneos futbolísticos en Estados Unidos, y ahora en Berna, Suiza, se escapa Luis Enrique Patterson, uno de los espadistas que se coronó en los recientes Panamericanos.
La geografía hace mucho tiempo que dejó de importar para los que se fugan, y el compromiso competitivo—en este caso se buscaba la clasificación por equipos a los Olímpicos de Tokio 2020—también. Con Patterson, de 23 años y número 152 del ranking mundial de la espada, Cuba contaba para participar en el torneo por equipo de dos Copas Mundiales, que los catapultaba hasta ese sueño de la esgrima nacional. Justo, el escenario que el holguinero aprovechó para escabullirse, aún sin paradero definido.
Por supuesto, a una acción así, la reacción de la Comisión Nacional de Esgrima no se hizo esperar.
“Ahora toca mirar hacia adelante e ir en busca del mayor número de boletos individuales, durante los eventos clasificatorios restantes”, dijo el comisionado Alhjadis Bandera.
En septiembre de este año, Patterson había avisado en una publicación de Facebook, que “la vida da muchas vueltas y solamente es querer y soñar”. Definitivamente Patterson acaba de soñar en grande, y de paso convertirle en pesadilla el futuro a la esgrima nacional.
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