El 1927 fue prolífico en acontecimientos importantes para el fútbol cubano. Visitaron la Isla varios clubes, que luego se hicieron famosos, y actualmente son academias balompédicas a nivel mundial. Diría que luego de 1911—año que la historia cubana recoge como el de su primer duelo oficial—y el 1938 que señala la única participación mundialista cubana, fue 1927, un año inolvidable.
De Uruguay llegó una delegación futbolística de lujo en ese período. Un ilustre, de nombre: Nacional de Montevideo. En aquel listado, se podía encontrar a Andrés Mazzali, campeón olímpico con la Celeste en 1924, y un año después de la visita a Cuba, lo volvería a repetir. También estaba Antonio Urdinarán, junto a otros que en 1930 se convertirían en los primeros campeones de una Copa Mundial.
Cuentan que los partidos contra clubes cubanos se realizaron cuatro días después del desembarque de los uruguayos. Los del Río de la Plata salieron confiados en que aquello era puro trámite. Pero el Juventud Asturiana, uno de los clubes emblemáticos de la etapa profesional en Cuba, no compartía la misma idea.
Con una alineación de ensueño saltó el Nacional a la grama del Almendares Park, del otro lado el “Juventud” tuvo a Amador García, bajo los tres palos, Goyo y Constante estuvieron en la defensa, Bienvenido, Mieres y Cardeso formaron la línea media y de contención, mientras que Casielles, Polón, Edelmiro, Avelino y Gacha estaban en la delantera. Y los llamados Toros del Juventud dieron la sorpresa y con un 4-2 final dejaron pasmados a los flamantes campeones olímpicos. La prensa uruguaya, siempre exigente, calificó la actuación de escandalosa.
Tampoco es que la delantera cubana estuviera muy enchufada, si no que al principal de ese partido se le fue la mano repartiendo penales a un lado y a otro. Dio dos para cada bando, los cubanos no fallaron, mientras por el Nacional, el mítico Héctor Scarone se comía uno, y el otro lo anotaba. La diferencia, con los uruguayos, realmente la marcó Amador en la puerta.
No se rindieron los charrúas, insistieron e insistieron, pero una y otra vez se tropezaban con el arquero de origen asturiano, Amador García, quien ya había pasado por el Sporting de Gijón de la Liga Española. Esa tarde Amador fue grande, estaba en modo “on fire”, tanto que le sacó a Scarone una de esas frases inolvidables, y que debió estar enmarcado en mayúsculas en alguna parte del estadio “Pedro Marrero” (y claro, no lo está). La leyenda popular, lo dibuja a Scarone al término del partido con los brazos extendidos, en forma de cruz, moviendo la cabeza de un lado a otro, y de manera mimética, repitiendo:
«Si de verdad Dios existe, es asturiano, y hoy estuvo en la puerta de la Juventud».
El paso de los uruguayos no terminó allí, alguien tenía que pagar los platos rotos, y se sirvieron la mesa con el Hispano América, uno de los clubes pioneros en la Isla. Los cubanos cayeron 1-8, y los del Nacional vengaron su orgullo herido, aunque ni la goleada, ni los años de olvido futbolístico por parte del gobierno cubano, que le dio preponderancia al béisbol, podrán borrarle al Nacional de su tremendo historial, aquella página oscura, de cuando un club cubano les ganó en buena lid. Otras de las perlitas olvidadas del fútbol nacional.