Biden revertirá política actual sobre Cuba, pero mantendrá el embargo

De llegar a la presidencia de los Estados Unidos, como avizoran no pocas encuestas, el dúo Biden-Harris apostaría por suavizar la postura de estrangulamiento que ha desplegado el republicano Donald Trump sobre Cuba y gobierno.

Si bien los candidatos demócratas ven la necesidad de mantener presiones sobre el régimen cubano, y en ese sentido defienden el embargo sobre La Habana, creen mucho más efectiva una política de influencia suave y desde adentro, como impulsara el anterior mandatario norteamericano Barack Obama.

Recientemente la aspirante a la vicepresidencia, Kamala Harris, explicó su punto de vista durante una entrevista con la agencia española EFE, en la que puntualizó que, si llegaran a la Casa Blanca ella y Joe Biden, darán marcha atrás a las polémicas restricciones que ha impuesto Donald Trump sobre el pueblo de la isla, aunque, aseguró, no obstante, que “el fin del embargo no ocurrirá tan pronto”.

“Nosotros daremos marcha atrás en las políticas fallidas de Trump. Y como hizo anteriormente como vicepresidente, Joe Biden también exigirá la liberación de los presos políticos y hará de los derechos humanos una pieza central en la relación diplomática”, argumentó la destacada política y abogada estadounidense.

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Por otra parte, Joe, quien fuera el vicepresidente de Obama entre 2009-2017, ha hecho pública su intención de distender las relaciones con Cuba y apostar nuevamente por el deshielo iniciado en 2014, pero que se vio interrumpido de manera brusca al llegar Trump a la Casa Blanca en enero del año 2017.

Durante esos pocos años Obama ensayó varias medidas como parte de un cambio de política, con la intensión manifiesta de minar desde adentro al gobierno cubano. Su idea era cambiar el discurso confrontacional y aliviar las sanciones que afectan directamente al pueblo cubano, y a la vez sostener las presiones sobre el aparato gubernamental. 

Lejos de impedir el arribo de norteamericanos a la isla el anterior presidente de los Estados Unidos defendió la entrada de estos, viéndolos como embajadores de la democracia y del american way of life. No pocos analistas han considerado que se trataba de una política mucho más efectiva y astuta que la desplegada por más de 10 administraciones anteriores, puesto que el régimen de La Habana no se encontraba preparado para lidiar con la supuesta “buena vecindad” que proponía su rival histórico.

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La política de Obama, sin embargo, se vio interrumpida de manera abrupta con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, quien una vez más ha retomado las viejas prácticas, pero llevándolas a una gradación superior a la de sus predecesores. Si bien el republicano ha puesto en jaque al gobierno de la isla, ha cargado sobre las espaldas del pueblo las principales presiones, con la idea de que esto genere un estallido social que derroque al gobierno. Medidas que han tenido un costo humano elevadísimo en términos económicos y espirituales, sobre todo en lo que respecta a la reducción de las remesas y los viajes familiares.

 “Trump está deportando a cientos de cubanos de vuelta a la dictadura y de vuelta a una represión del régimen que solo ha aumentado bajo su Presidencia. Hay casi 10 000 cubanos que están languideciendo en campamentos de tiendas de campaña a lo largo de la frontera con México debido a la agenda antiinmigrante de Trump”, argumentó la senadora por California.

De igual manera Harris acusa a Trump de estar “separando a familias cubanas mediante restricciones a las visitas familiares y las remesas”, además, de haber reducido el personal diplomático, dificultando la reunificación familiar.

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De ganar Biden y Harris el embargo se mantendrá, pues, aunque ellos fueran partidarios de un levantamiento total de esa política establecida en 1962, no depende de la voluntad del ejecutivo sino del Congreso de los Estados Unidos. Al respecto, Harris evitó pronunciarse directamente en su entrevista con EFE, aunque sí se mostró pesimista sobre la posibilidad de una eliminación total del embargo.

“El embargo es la ley; se necesita una ley del Congreso para levantarlo o se necesita que el presidente determine que un Gobierno elegido democráticamente está en el poder en Cuba. No esperamos que ninguna de estas cosas ocurra pronto”, explicó la candidata a la vicepresidencia de EE.UU.

Con las elecciones del próximo 3 de noviembre se podría pasar a una nueva página en cuanto a las relaciones Estados Unidos-Cuba, que en modo alguno podría verse como un entendimiento entre los dos gobiernos, sino como un cambio de estrategia hacia el objetivo declarado de un cambio de régimen en Cuba. 

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