En medio de apagones que superan las 20 horas diarias y una crisis energética sin precedentes, el carbón vegetal se ha convertido en un recurso vital para cocinar en muchos hogares cubanos. Sin embargo, mientras la población lucha por acceder a este producto básico, el gobierno continúa priorizando su exportación.
Se exporta lo que escasea en casa
La Empresa Agroforestal y Coco Baracoa, en Guantánamo, informó en días recientes sobre la evaluación de calidad del carbón vegetal con destino a la exportación. Especialistas como Reinaldo Durán y Alexander Méndez inspeccionaron lotes en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Cayo Güín, donde también se produce carbón activado a partir de madera y concha de coco.
Este tipo de carbón, de alta demanda internacional en sectores como la farmacéutica y el tratamiento de aguas, tiene un consumo casi nulo en Cuba, según las propias autoridades. Por eso, se destina casi exclusivamente a la exportación.
Lo que más indigna a los ciudadanos es que, al mismo tiempo, el carbón vegetal –en su forma más simple– se ha vuelto una necesidad diaria. Su precio en los mercados informales supera los 1.000 pesos cubanos por saco, un lujo para quienes sobreviven con salarios promedio de apenas 4.000 CUP al mes.
Cocinar con carbón: de alternativa a única opción
En La Habana y otras provincias, los cortes prolongados de electricidad y la escasez de gas licuado han obligado a muchos a recurrir a métodos rudimentarios para cocinar. Quienes reciben gas por balita han denunciado meses de demora en los ciclos de distribución, sin soluciones por parte de las autoridades. En varios barrios, el reparto del combustible está paralizado o depende de entregas irregulares que no cubren la demanda.
Ante esta realidad, cada vez más familias cocinan con leña, y quienes pueden permitírselo compran carbón. En redes sociales circulan videos donde incluso ancianos elaboran su propio carbón en los patios, usando desechos de madera para poder cocinar algo caliente.
La frustración crece ante la falta de transparencia
La decisión de seguir exportando carbón, sin informar a la ciudadanía sobre el destino de los ingresos o los volúmenes vendidos, ha despertado fuertes críticas. Mientras 14 jóvenes trabajadores de la planta de Cayo Güín producen también jabones a base de aceite de coco, las cifras de producción siguen sin responder a las necesidades del país.
La incongruencia entre lo que el país exporta y lo que la población necesita se ha vuelto insostenible. La escasez de gas, las dificultades con el servicio eléctrico y los altos precios del carbón están empujando a miles de cubanos a situaciones de precariedad extrema.
Los hogares dependen cada vez más de fogones improvisados, mientras los productos esenciales se vuelven inaccesibles. La desconexión entre las prioridades gubernamentales y las urgencias del pueblo sigue agrandando el malestar social en la isla.
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