Viajar desde los Estados Unidos a Cuba a bordo de un magnífico crucero no solo fue posible hace unos meses atrás, sino que se convirtió en un verdadero deleite para norteamericanos y turistas de muchas otras naciones. Sin embargo, aun cuando las compañías cruceristas tienen ahora mismo prohibido visitar la mayor de las Antillas, sus ejecutivos no descartan regresar en un futuro no muy lejano.
Así trascendió hace solo unos días en San Juan, capital de Puerto Rico cuando directivos de algunas de las empresas de cruceros con operatividad en la zona del Atlántico y el Caribe manifestaron que comparten el interés de varios círculos políticos y de negocios norteamericanos por volver a incluir a Cuba dentro de los itinerarios habituales.
Fueron muy claros en afirmar que una vez que se produzca un cambio en la política de EE.UU. (en clara alusión a la presidencia de Donald Trump), las compañías estarán encantadas de regresar a la isla de Cuba.
De hecho, M. Arison, director ejecutivo de la firma Carnival Corporation dijo claramente que el intempestivo cierre de los arribos a la isla, impuestos por Donald Trump, generaron un “ruido” en el área turística del Caribe, y agregó que tras la cancelación de los viajes por miles de clientes se llevaron a cabo muchos cálculos sobre las afectaciones materiales y financieras derivadas de esa prohibición resulta bien difícil calcular la verdadera cuantía de su impacto.
Con respecto a la decisión de Trump de privar a los cruceristas de visitar Cuba, dijo el directivo: “Me cuesta trabajo entender la decisión de la administración. Básicamente, han vuelto a una política que no funcionó durante 50 años, y no veo cómo pueda funcionar ahora. Existe mucho respaldo dentro de los Estados Unidos para que se vuelva a abrir el destino Cuba”, enfatizó.
Según sus palabras, varios hombres de negocios, firmas importantes y compañías estadounidenses están bien expectantes ante un eventual cambio de administración en noviembre del venidero año, y teniendo en cuenta el amplio respaldo que tiene hoy la apertura del mercado turístico hacia Cuba quizás en solo cuatro años “volveremos a tener otra oportunidad”, dijo.
Por otra parte, P. Vago, director ejecutivo de MSC Cruises, calificó de prometedoras sus operaciones en Cuba, toda vez que durante el tiempo que su compañía se mantuvo operando en el país, organizó muchos viajes desde los Estados Unidos hasta La Habana donde estableció su puerto-base.
No dudó en afirmar que un giro en la actual proyección de Washington hacia Cuba serí muy buena noticia no solo para su compañía sino algo “genial para todo el mundo en la industria crucerística”.
De manera similar Adam Goldstein, quien es el vicepresidente ejecutivo de la compañía Royal Caribbean, puntualizó que: “Nuestra experiencia en Cuba fue notablemente positiva (…) Los clientes adoraban viajar a la isla, y nuestros cruceros alcanzaron un indudable éxito con ese destino”.
El pasado 4 de junio la administración del presidente republicano Donald Trump difundió un decreto mediante el cual desautorizaba las operaciones de todas aquellas empresas crucerísticas en la mayor de las Antillas.
Su prohibición iba textualmente dirigida a todas “las visitas a la Isla a través de embarcaciones de pasajeros y recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones privados y corporativos”.
Según no pocos analistas la incursión de compañías de cruceros en puertos cubanos dejaba millonarias ganancias a los dueños de esas empresas, márgenes mucho más significativos que los que pudiera recibir el gobierno cubano, a quien el presidente norteamericano pretendió castigar con la medida.
No es de extrañar entonces que esas compañías aguarden cautelosas todo cambio eventual en la presidencia de los Estados Unidos como una posibilidad para volver a registrar jugosos beneficios financieros, desde un destino tan admirable como poco explotado por los cruceros, a nivel mundial.