El Malecón de La Habana, símbolo icónico de la capital cubana, podría recibir un impulso sin precedentes con la apertura a la inversión extranjera y el sector privado. El gobierno cubano evalúa un plan para recuperar la zona deteriorada, tras años de abandono y los embates de fenómenos naturales.
Un proyecto con actores privados
Durante una reunión encabezada por el primer ministro Manuel Marrero, las autoridades discutieron estrategias para la revitalización del Malecón y otras infraestructuras históricas. El debate incluyó la posibilidad de involucrar capital privado y foráneo, algo inusual en proyectos de este tipo en Cuba.
Según un reporte de la televisión estatal, las autoridades reconocieron que el deterioro de la avenida costera es insostenible. La iniciativa abarcaría, además, la rehabilitación de otras instalaciones simbólicas, como el recinto ferial Expocuba, el Parque Lenin, el Palacio de Pioneros “Ernesto Che Guevara” y el Zoológico Nacional.
Deterioro y abandono
El Malecón, además de su valor cultural, es una vía crucial que conecta varios municipios de La Habana, pero la erosión del mar ha acelerado su desgaste. Las estructuras aledañas han sufrido un deterioro constante, agravado tras el paso del huracán Helene en septiembre de 2024.
Según datos citados por la agencia AP en 2017, el 70% de los edificios en el Malecón estaban en mal estado, con muchos de ellos en riesgo de derrumbe. El gobierno reconoce la necesidad de una intervención urgente para evitar el colapso total de algunas construcciones.
Una estrategia con precedentes
No es la primera vez que el Malecón es considerado una prioridad en los planes de conservación. En 1996, Fidel Castro lo incluyó en la «zona priorizada para la conservación» bajo el Decreto Ley 216, debido a su atractivo turístico. Sin embargo, las medidas tomadas en las últimas décadas no han impedido su deterioro progresivo.
El proyecto anunciado abre interrogantes sobre cómo se estructurará la participación del capital extranjero y privado, en un país donde la economía estatal ha predominado. No está claro aún si se permitirá a inversionistas operar negocios de forma independiente o si solo podrán asociarse con el gobierno.
Mientras tanto, la incertidumbre persiste entre los habaneros, quienes observan con escepticismo el futuro de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.