A 40 mil asciende el número de emigrantes que hoy aguardan, en la frontera sur de Estados Unidos con México, su turno para iniciar el prolongado proceso de solicitud de asilo.
Entre ellos hay miles de cubanos, quienes de alguna manera sacan ventaja a otras nacionalidades de la región, pues aun cuando no es el mejor momento para emigrar a los Estados Unidos, tienen más probabilidades que venezolanos, nicaragüenses o haitianos, de que se les acepte.
No es nada casual que vuelva a ser México la principal puerta de entrada a los Estados Unidos pues una serie de cambios iniciados por Barack Obama y profundizados por Donald Trump los traen hasta aquí, donde no son debidamente atendidos por las autoridades y es mucho más probable que se conviertan en víctimas del crimen organizado.
Con la eliminación primero de la política de pies secos, pies mojados, y luego la paralización de los servicios consulares en la Embajada de EEUU en La Habana, emigrar hacia EE.UU. o tramitar el asilo desde Cuba es casi imposible.
Luego todo se complejizó mucho más cuando en junio pasado Trump amenazó con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, y como resultado el gobierno azteca ha extremado sus medidas de control fronterizo y ha aceptado la devolución de 20 mil emigrantes desde Estados Unidos.
En la ciudad de Matamoros, hacinados en decenas de casas de campaña esperan su turno cientos de personas, incluyendo niños y embarazadas, que se alimentan gracias a la ayuda de las iglesias y algunas ONG. Se asean en el mismo río que constituye el principal obstáculo fronterizo entre ambos países. Algunos centroamericanos sabiendo que no tienen las mismas posibilidades que los cubanos, se lanzan e intentan cruzar a nado siendo muchas veces víctimas mortales de la desesperación.
Desde una vidriera se pueden leer los listados con los nombres de quienes esperan su turno para solicitar el asilo norteamericano. La gran mayoría son cubanos, y le siguen por orden los venezolanos. Cuando llegue ese momento tendrán que ser lo más convincentes posibles para demostrar el “miedo creíble” que les asegure iniciar el proceso judicial para la solicitud de asilo. No es un proceso ni corto ni fácil.
Matamoros, pertenece a Tamaulipas, uno de los estados de mayor violencia en todo México, donde se registran aproximadamente unos 50 asesinatos mensuales, según estadísticas oficiales. Las extorsiones y secuestros de migrantes están a la orden del día.
Muchos temen por su seguridad y por eso no se apartan del puente, que es custodiado por el Grupo Beta de Inmigración, la Marina y la Guardia Nacional, pues así se sienten más seguros. No obstante, en los últimos tiempos no pocas cubanas declararon haber sido abusadas precisamente por las autoridades migratorias mexicanas.
Los cubanos, que no están acostumbrados al clima de violencia que se vive en México, y muchas veces no se han familiarizado tampoco con la realidad de un país capitalista muchas veces son las presas más fáciles de los oportunistas.
Muchos de los que ahora mismo aguardan la cita para presentarse ante un tribunal de Estados Unidos no tendrán su oportunidad hasta finales de septiembre, y mientras tanto deberán permanecer a la intemperie, expuestos a enfermedades y todo tipo de riesgos.
Yanelis es una pinareña que llegó a México en el pasado mes de mayo con su hija de 8 años. Desde su arribo ha debido sortear mil obstáculos, ha sido víctima de extorsiones, chantajes, ha llorado y ha sufrido lo que jamás imaginó. Pero aun así dice que lo volvería a hacer si fuera necesario. Salió de Cuba porque según explica no quería derrochar su juventud en medio de la opresión y la pobreza. Sin embargo, asegura que cada día en Matamoros equivale a un año de vida.