Crece el malestar por la ausencia del pan normado y su distribución irregular en La Habana, y otros territorios del país.
En varios municipios de La Habana, el pan normado ha dejado de llegar a las bodegas durante días consecutivos sin que las autoridades ofrezcan una explicación clara. La situación ha generado molestia entre los consumidores, especialmente entre quienes dependen de este alimento como parte de su dieta básica.
En zonas como Guanabacoa, Regla y partes del Vedado, residentes afirman que hace cuatro o cinco días no reciben pan normado, mientras en otras localidades se reportan entregas con gramajes inferiores a lo establecido o en horarios impredecibles. La falta de información oficial sobre estas interrupciones ha aumentado la sensación de abandono entre los más vulnerables.
Incertidumbre y ausencia de control
Uno de los reclamos más repetidos es que nadie controla el gramaje ni la calidad del pan que se entrega. Hay quienes aseguran que tres panes suman apenas 100 gramos, muy por debajo de lo que debería corresponder legalmente a cada persona por día. La reducción del tamaño del pan, que en un momento fue anunciada como temporal, parece haberse convertido en una norma de hecho.
Algunos consumidores también señalan que, incluso cuando llega el pan, su calidad es deficiente: masas densas, panes crudos o duros, sin uniformidad en peso ni forma. Lo más grave, para muchos, es que no hay transparencia en el proceso de producción ni seguimiento por parte de las autoridades.
Pan liberado: precios al alza y falta de regulación
En paralelo a la crisis con el pan normado, el llamado “pan liberado” –que se vende en panaderías estatales y por vendedores particulares– se ha disparado en precio. Lo que antes costaba 80 pesos, hoy se encuentra a 130, 150 o incluso más, dependiendo del lugar y del día. Algunas panaderías ofrecen flautas cada vez más pequeñas, mientras ambulantes los revenden en bolsas de seis u ocho unidades sin etiquetado ni higiene.
Los argumentos para justificar estos aumentos son variados: subida del precio de la harina, encarecimiento de los insumos, alza del dólar informal… Sin embargo, no existe una regulación clara que imponga topes a estos productos de primera necesidad, y el resultado es un mercado cada vez más inestable y desigual.
Un producto esencial sin garantías
El pan sigue siendo un alimento esencial, sobre todo para familias con bajos ingresos, personas mayores y niños. En medio de los apagones, la falta de gas y la escasez de otros alimentos, su ausencia agrava aún más la vida cotidiana de millones de cubanos.
A pesar de ser parte del sistema de distribución normado, hoy muchos no pueden contar con él. Y aunque existen panaderías especializadas con productos de mejor calidad, sus precios son inalcanzables para gran parte de la población.
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