Cuba mantuvo cerradas sus fronteras durante más 8 meses. En todo ese tiempo el mercado informal de la isla, el más dinámico de los últimos años, dejó de recibir suministros debido a que los pequeños inversionistas particulares o “mulas” como popularmente se les conoce, se vieron imposibilitados de viajar a Panamá, México, Haití y Nicaragua.
Fundamentalmente de estos países proviene la mercancía que abastece las candongas y, en sentido general, el “mercado negro” del país. Se trata de una actividad informal de comercio que de manera perenne es obstaculizada, y a ratos perseguida, por el gobierno de la isla, dueño absoluto de las tiendas del país.
En los últimos años mientras los comercios estatales han estado cada vez más desprovistos de mercancía, y el gobierno ha sido incapaz de satisfacer la alta demanda de confecciones, artículos de aseo, calzado y otros muchos productos, en las vendutas improvisadas y casi clandestinas “hay de todo”.
Pero la imposibilidad de las mulas de viajar a lugares como la Zona Libre de Colón, en Panamá, vino a agudizar aún más la profunda y generalizada escasez que ha padecido el pueblo de Cuba a lo largo del 2020.
Con la apertura de fronteras iniciada sobre el mes de octubre, se inició una recuperación gradual de esa modalidad de comercio irregular, pero ahora surgen nuevos obstáculos en el camino.
La reforma monetaria y el alto costo de los dólares
Desde el pasado 1 de enero en Cuba se inició una reforma monetaria que entre otros aspectos contempla la eliminación del Peso Cubano Convertible (CUC), y el establecimiento de una tasa de cambio fija del Peso Cubano (CUP) frente al dólar (USD).
En las Casas de Cambio (CADECA) y el resto de las dependencias bancarias de la isla, a partir de ahora $1.00 USD equivale a $24.00 CUP, sin embargo, se trata de una tasa de cambio casi simbólico pues desde 2019 la moneda estadounidense disparó su precio en el mercado informal cubano, luego de que el propio gobierno, ahogado en una crisis financiera de grandes proporciones y sin liquidez suficiente, se negara a vender divisas extranjeras a la población.
El recrudecimiento de las sanciones contra el gobierno cubano por parte de la administración Trump, el cierre de las fronteras cubanas y la suspensión de la actividad turística, limitaron mucho más la entrada de dólares a la isla, y en consecuencia el precio del dólar siguió escalando.
Hoy, más allá de la tasa de cambio fija impuesta por el gobierno, cada dólar se cotiza a precios que van de los 40 a los 45 pesos cubanos. Y son precisamente esos dólares los que necesitan las mulas para realizar sus viajes de compra a distintos países de la región.
La escasez de divisas extranjeras en la isla y su alto costo resultante, no solo son un fuerte obstáculo para esos pequeños inversionistas, sino que los obligan a elevar los precios finales de venta de cada artículo que importan desde Panamá, México, Nicaragua o Haití.
“No es descaro, ni que uno se quiera aprovechar, es una realidad. No es posible vender las cosas que uno trae a los mismos precios de antes. Cuando tú miras a cuánto estamos comprando lo dólares en Cuba, y los gastos de pasaje, alojamiento, comida y demás cosas tienes que subir los precios o no ganas nada”, explicó una joven villaclareña que viajó a Panamá el pasado mes de diciembre.
“Y eso para no decirte que aquí en Cuba la gente quiere que se lo pagues todo en americano, desde el taxi que te lleva a La Habana hasta el soborno que luego tienes que soltar en los aeropuertos”, explicó la joven a Directorio Cubano.
¿Qué compro y a qué precio lo vendo?
Esa es la pregunta que se hicieron muchos cubanos al llegar a Panamá tras la apertura de fronteras de la isla. Antes lo más rentable era comprar splits, televisores, motorinas… pero desde que el gobierno cubano abrió una nueva cadena de tiendas dedicada a la venta de esos artículos en Moneda Libremente Convertible (MLC) les planteó una desleal competencia a las mulas, y hoy muchos han renunciado a comprar esos artículos, a pesar de que el estado no logra suministros estables.
“Lo más aconsejable ahora es comprar ropa y zapatos. El cubano viste y calza con lo que vendemos nosotros de nuestros viajecitos, porque hace rato que el gobierno no se tira para eso”, asegura un joven habanero que en 2019 pagó 200 dólares para hacerse de una cita en la Embajada de Panamá en Cuba, con el objetivo de alcanzar una visa estampada.
“Yo vivo de eso, y te aseguro que la jugada está apretada. Yo no soy abusador, nunca en mi vida había vendido un jean en 40 dólares, y ahora estoy obligado a hacerlo, o de lo contrario no le sacas ganancia. Los pantalones tienen salida… bueno como todo, porque aquí no hay de nada, pero yo mismo te reconozco que está bien duro pagar mil pesos por un pantalón o 500 pesos por un par de chancletas de esas de paleta ancha”, reflexiona.
Ante los altos costos de la ropa y el calzado hay quienes optan por la ferretería o los equipos de pequeño formato que, aunque se venden en las tiendas en MLC, O son de más baja calidad o tienen un costo demasiado elevado para aquellos cubanos que no reciben transferencias de divisas desde el extranjero y entonces tienen que pagar los dólares a los mismos precios del mercado negro para luego depositarlos en una cuenta bancaria.
Dentro de esa categoría entran las duchas, cafeteras, sandwicheras o planchas, pero por regla las mulas han hecho sus estudios de mercado y saben que casi cualquier cosa tiene demanda en las calles del país.
“Tienes que comprar un poquito de cada cosa para que no te declaren carácter comercial. Yo compro mucha pacotilla: estropajos, maquinitas de afeitar, pegamento acrílico de uñas, tintes y productos de peluquería, pero también tubos de pasta, café, refresquitos, estropajos… Son cosas que tienen mucha salida y como no hay, se venden a precios buenos. Una maquinita de afeitar cuesta 30 pesos y un estropajo 40, por ejemplo. Al final cuando sacas cuenta de tus gastos no se les saca mucho, pero te ayudan a compensar otras ganancias”, explicó una entrevistada.
La nueva suspensión de vuelos
Si bien la reapertura de fronteras cubanas supuso un reinicio cauto de los viajes de las mulas al exterior, ahora el reciente anuncio del gobierno de limitar los vuelos procedentes de Estados Unidos, México, Panamá, Haití, República Dominicana y Bahamas, como medida para frenar la importación de la covid-19 supone un nuevo stop.
En el caso concreto de Panamá esa nación centroamericana ha registrado una reducción drástica de las operaciones aéreas con Cuba. La aerolínea Copa Airlines ha cancelado hasta nuevo aviso sus vuelos a Holguín y Santa Clara, y en el caso de La Habana ha mantenido solo 3 frecuencias semanales de los 20 viajes que tenía programados para cada semana de enero. Ahora el gobierno cubano solo le permitirá volar los martes, miércoles y jueves al Aeropuerto Internacional José Martí de la capital cubana.
En estos momentos se reportan grandes concentraciones en las oficinas comerciales de la aerolínea panameña en Cuba, mientras que todavía algunos insisten en aprovechar esos pocos espacios que quedan abiertos, otros se resignan ante el temor de quedar varados en territorio istmeño y en consecuencia intentan cambiar los boletos ya comprados.
2020 fue un pésimo año, pero 2021 plantea demasiadas incertidumbres para las familias cubanas. El propio gobierno ha asumido que uno de los riesgos más lamentables que podrían derivarse del actual reordenamiento monetario es que se produzca una inflación descontrolada, superior a la planificada.
Mientras muchos observan espantados el aumento de los precios de algunos bienes y servicios que formaban parte del capital simbólico distributivo de la revolución cubana como son el pan y los mandados de la bodega, la electricidad o el transporte, sería de ilusos esperar que no se disparen los costos de esos artículos que hoy solo se encuentran en las candongas cubanas.