El temor se ha instalado en la comunidad venezolana en Estados Unidos, así como entre los cubanos, haitianos y nicaragüenses, que temen ser deportados por el gobierno de Trump.
Aunque muchos tienen Estatus de Protección Temporal (TPS) o llegaron legalmente mediante programas migratorios, sienten que ahora están bajo sospecha permanente.
La política migratoria del presidente Donald Trump ha generado una ola de incertidumbre, especialmente tras la reciente deportación de 238 venezolanos a El Salvador, acusados de tener vínculos con el crimen organizado.
Ser venezolano y tener tatuajes: razones para temer
Daniel González, venezolano con TPS desde hace años, vive con su permiso de trabajo en el bolsillo cada vez que sale a la calle.
No tiene antecedentes penales ni conexiones con pandillas, pero teme ser detenido por tener tatuajes. “Es como si nos pusieran una diana en la frente”, dice.
Su preocupación no es aislada. Otros migrantes, muchos con años en el país y vidas estables, comparten el miedo a ser deportados por criterios que consideran arbitrarios o injustos. Temen que su nacionalidad o su apariencia basten para ser catalogados como amenazas.
Deportaciones sin juicio previo y sin cargos penales
El gobierno de Trump deportó recientemente a un grupo de venezolanos que fueron enviados al centro penitenciario CECOT en El Salvador, bajo un acuerdo con el presidente Nayib Bukele. Según ICE, los deportados eran presuntos miembros del Tren de Aragua. Sin embargo, ni se les identificó oficialmente ni se presentaron cargos formales.
Familiares de algunos deportados insisten en que sus allegados no tenían vínculos con el crimen. “No porque sea venezolano tiene que ser del Tren de Aragua”, dice desde Maracaibo Jaannelys Parra, cuya pareja fue deportada sin antecedentes ni pruebas. Como ella, Yurliana Chacín busca respuestas sobre su hermano, visto en un video tras ser enviado a El Salvador.
Persecución, ansiedad y crisis emocional
Organizaciones como Venezuelan American Caucus alertan del impacto emocional entre los migrantes. “Hay personas con ataques de pánico, ansiedad, crisis nerviosas. Muchos no saben si mañana los van a separar de sus hijos”, señala su directora, Adelys Ferro.
La abogada Elizabeth Uribe recuerda que conocer los propios derechos y contar con asesoría legal son pasos clave para enfrentar esta etapa. “Cada caso es distinto. Es necesario revisar las opciones disponibles antes de caer en la desesperación”, afirma.
La incertidumbre golpea hogares enteros
En Jacksonville, Susana Pérez teme que su madre, beneficiaria del TPS, deba marcharse en abril, cuando vence su estatus. Tras diez años separadas, finalmente se reencontraron. Ahora, podrían volver a estar distanciadas. “¿Cómo algo tan bueno puede cambiar tan rápido?”, se pregunta.
En California, Charlotte Nava —electricista desde hace cuatro años— ha modificado por completo su rutina. Evita lugares públicos y sale solo cuando es necesario. Dice que el ambiente es de persecución. “Es como si buscaran a un tipo específico de persona. Y muchos sentimos que somos ese tipo”.
Más de 900.000 venezolanos residen actualmente en Estados Unidos. Con la eliminación del TPS para parte de ellos y la suspensión del parole humanitario, se estima que alrededor de 700.000 perderán también su permiso de trabajo. Muchos enfrentan la difícil realidad de tener que sobrevivir en un país que, hasta hace poco, les daba esperanza.