El pedido de una visa para viajar a Estados Unidos se ha convertido en uno de los procesos más recurrentes en las naciones de Latinoamérica. El motivo de la población puede ser diverso, a veces la intención es ir de vacaciones y otra es querer residir en Norteamérica.Existen distintas modalidades de visado, pero el más demandado es el de turismo y la entrevista es uno de los pasos más importantes a realizar. Los funcionarios en los consulados determinan la posibilidad de tocar suelo estadounidense y las entrevistas no son iguales para todos los solicitantes.
Sin embargo, hay elementos coincidentes que aplican los responsables de recoger los datos para la elaboración del visado y los pasaportes. Las visas se clasifican en dos, las de inmigrante y las de no inmigrante.
Un procedimiento riguroso
La primera es para las personas foráneas que quieren entrar al país norteamericano por un tiempo, como turistas o por situación de salud. Otro objetivo puede ser laboral, comercial o estudiantil.
La segunda variante es para los habitantes de las demás zonas geográficas que desean hacer su vida en el territorio del norte de América. Después de seleccionar una visa y fijar una cita, continúa la entrevista.
Los analistas aseguran que este procedimiento reduce las amenazas de delitos y el movimiento ilegal de emigrantes. Las interrogantes que se formulan de forma sistemática tienen que ver con el lugar exacto de destino en Estados Unidos.
También se pregunta por la razón de la visita, la duración del viaje en suelo estadounidense y la fecha de salida. Es necesario saber si hay acompañantes en la travesía, la información profesional y el encargado de asumir el costo del recorrido.
Las últimas preguntas son sobre el domicilio que acogerá la permanencia del visitante. Además se precisa conocer de la tenencia o no de familia en Estados Unidos y si ha estado alguna vez en esa nación. Los documentos que deben mostrarse en la entrevista son el pasaporte, el itinerario de viaje, las fechas de entradas al país y el curriculum vitae.