Tres meses de Trump: Su popularidad es la más baja para el primer trismestre de un presidente en Estados Unidos

Tres meses bastaron para hundir la popularidad de Trump: tiene el peor arranque presidencial de un presidente estadounidense en 80 años.

Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca, pero no ha recuperado el respaldo de la opinión pública. Según la encuesta de Gallup, su índice de aprobación en este primer trimestre apenas alcanza el 45%. Se trata de la peor cifra para cualquier presidente estadounidense en sus primeros tres meses de mandato desde 1945, con una sola excepción: él mismo, en su primer mandato, cuando arrancó con un 41%.

Un registro histórico por debajo del promedio

La media histórica de aprobación presidencial durante los primeros 90 días es del 60%. Presidentes como John F. Kennedy y Dwight Eisenhower superaron el 70%, mientras que Carter, Obama y Reagan se situaron entre el 60% y el 69%. Incluso Biden, Bush padre e hijo, y Bill Clinton estuvieron entre el 55% y el 58%. Solo Trump, dos veces, ha quedado por debajo del 50%.

Esta baja popularidad no sorprende si se observa el contexto. Su regreso al poder ha estado marcado por decisiones polémicas, un tono agresivo y medidas que han provocado inestabilidad financiera. El 2 de abril anunció una nueva oleada de aranceles generalizados, lo que sacudió los mercados y debilitó al dólar. Aunque el 9 de abril reculó parcialmente y flexibilizó algunas condiciones, la volatilidad se mantiene.

Una economía en tensión

Los efectos del anuncio arancelario no tardaron en sentirse. La Bolsa cayó, los bonos del Tesoro se resintieron y la confianza del consumidor comenzó a desplomarse. Varios economistas advierten de un posible escenario de recesión, impulsado por la incertidumbre, el temor a la inflación y la pérdida de dinamismo económico.

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Pese a que Trump insiste en su capacidad como líder económico, las cifras no lo respaldan. Solo el 44% de los encuestados afirma confiar en que tomará buenas decisiones para la economía. De ese total, apenas un 30% dice tener mucha confianza. En cambio, un 55% manifiesta tener poca o ninguna.

En comparación, Bush, Obama y Biden comenzaron sus presidencias con niveles de confianza económica superiores al 50%. Trump, en su primer mandato, apenas llegó al 48%. Ahora, en su segundo intento, cae al 44%.

Apoyo partidista, pero un país dividido

El respaldo a Trump sigue siendo abrumador dentro del Partido Republicano. El 90% de sus votantes aprueba su gestión. En cambio, solo un 4% de los demócratas lo respalda. Entre los independientes, su aprobación se ha estancado en un 37%, nueve puntos por debajo del inicio de su mandato en enero.

Esta fuerte polarización marca todos los indicadores. La gestión económica, la política exterior, los derechos civiles y el estilo personal del presidente dividen a la población como nunca antes.

Crecen las protestas y el rechazo ciudadano

El 5 de abril, decenas de miles de manifestantes colmaron la Quinta Avenida en Nueva York bajo la consigna «Hands off». Fue la mayor movilización contra Trump desde su regreso al poder, pero no la única. Hubo protestas en ciudades como Chicago, Salt Lake City y zonas rurales de Texas. Las convocatorias han crecido en fuerza y número, superando incluso las expectativas de las propias autoridades.

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Los reclamos son múltiples: derechos civiles, migración, ciencia, educación, sanidad, prensa y libertades básicas. A ello se suma la indignación por los recortes impulsados por su gobierno, con el apoyo de figuras como Elon Musk, ahora más activo políticamente.

En paralelo, el Partido Demócrata comienza a mostrar señales de reorganización. Mítines encabezados por figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez reúnen a miles de personas bajo mensajes contra la oligarquía y la corrupción. Otros, como el senador Corey Booker, buscan marcar presencia con discursos de resistencia simbólica. También surgen liderazgos como el del joven congresista Maxwell Frost, quien llama a combatir la apatía política.

La justicia y los contrapesos institucionales

Desde enero, más de 200 demandas han sido presentadas contra decisiones del gobierno de Trump. Cerca de 75 ya han obligado al presidente a frenar algunas medidas. Grupos como Democracy Forward o Public Citizen celebran que, al menos por ahora, los tribunales funcionan como límite al poder ejecutivo.

No obstante, el cumplimiento efectivo de los fallos judiciales está en entredicho. Trump ha desoído varias resoluciones, lo que ha llevado a algunos jueces a advertir con declarar en desacato a su administración.

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También algunas universidades y empresas empiezan a resistir públicamente. Harvard, por ejemplo, ha decidido no ceder a presiones del Ejecutivo, marcando un punto de inflexión simbólico.

Grietas dentro del Partido Republicano

Aunque la mayoría de los congresistas republicanos siguen respaldando a Trump, empiezan a aparecer fisuras. La senadora Lisa Murkowski ha denunciado públicamente medidas «ilegales» del presidente y ha confesado temor por las represalias internas en el partido. “Todos tenemos miedo”, admitió, según el Anchorage Daily News. “Eso no está bien”, añadió.

A ello se suman críticas desde el mundo empresarial. Grandes inversores como Bill Ackman han presionado a Trump para frenar su política arancelaria, advirtiendo sobre los efectos negativos en Wall Street y en la confianza global.

Mientras tanto, estados como California han llevado a los tribunales la política comercial del presidente, acusándolo de violar la separación de poderes. Incluso grupos libertarios y conservadores como la Alianza de Nuevas Libertades Civiles, vinculados a Charles Koch y Leonard Leo, se han unido a las demandas.

En apenas tres meses, Trump ha conseguido lo que parecía improbable: unir en su contra a progresistas, moderados, libertarios y hasta sectores de su propio partido. La pregunta es cuánto más se agrietará esa coalición de poder que hoy lo mantiene en la Casa Blanca.

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