Cuba vive jornadas de tensión ante el paso de la tormenta tropical Laura, luego de que «Marco» dejara fuertes lluvias en el occidente del país, para ratificar a agosto como uno de los meses más peligrosos de la temporada ciclónica en la cuenca del Atlántico, después de octubre y septiembre.
Con «Laura», el día 21, y «Marco», el 22, antecedidos por Josephine (día 13) y Kyle (14), son cuatro los organismos con nombre que se forman en agosto, mes a partir del cual, según expertos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y del Instituto Cubano de Meteorología (Ismet), debe producirse la mayor actividad de la actual temporada ciclónica, que se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, y ya suma 14 depresiones, 13 tormentas, y de ellas, tres han llegado a huracanes.
El Dr José Rubiera, del Ismet, afirma que entre el 20 agosto al 20 octubre se forma el 65 % de los organismos tropicales en esta área. Y, precisamente, en el octavo mes la historia meteorológica del archipiélago cubano acumula varias tormentas y huracanes desde los primeros registros de estos fenómenos en el país, en 1799.
Por ejemplo, del 16 al 18 de agosto de 1886 un huracán causó afectaciones en La Habana. En 1915, el después conocido como huracán de Galveston —llegó a alcanzar categoría 4 en la escala Saffir-Simpson—, antes de golpear a esa localidad de Texas, Estados Unidos, se hizo sentir en La Española y Cuba con su paso cercano a las costas por los mares del sur.
Todavía evocado es el ciclón del 33 (del 31 de agosto al 2 de septiembre de 1933), nombrado de Sagua y Cárdenas, pues en esa época la denominación se correspondía por el lugar que azotaba. Como su nombre sugiere, afectó, entre otras, a esas localidades de la costa norte del centro y el occidente, y se calcula que con categoría 3.
En el recuerdo de muchos más cubanos, sobre todo en el oeste del país, permanece el huracán Charley, uno de los ocho organismos nombrados en agosto de 2004, récord mensual que igualó entonces con septiembre de 2002.
Aunque pequeño en su diámetro, con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson sus fuertes vientos golpearon a las provincias occidentales de La Habana (actualmente dividida en Mayabeque y Artemisa), Ciudad de La Habana (hoy La Habana), y Pinar del Río, que quedó totalmente aislada del sistema electroenergético nacional, así como el municipio especial de la Isla de la Juventud. Cuba estimó las pérdidas en 923 millones de dólares.
La sureña isla del archipiélago también fue golpeada en 2008, cuando el sábado 30 de agosto «Gustav» tocó tierra en su porción oeste, para luego hacerlo en territorio pinareño.
Ese fue el primero de una trilogía que dejó una estela de desastres en nuestra área geográfica: Gustav, Ike, Paloma; estos dos últimos en septiembre y noviembre, respectivamente. Por los perjuicios humanos y materiales causados, a partir de 2014 esos nombres fueron eliminados de la lista de los ciclones en la zona del Atlántico Norte, que incluye el golfo de México y el mar Caribe. Esta relación, que se repite cada seis años, alterna nombres masculinos y femeninos, en idioma inglés, francés y español.
Y a pesar de que no tuvo una incidencia directa sobre Cuba, entre los huracanes más destructivos del mes de agosto hay que mencionar al «Katrina», de categoría 5, que aun cuando se movió muy al norte del archipiélago, provocó vientos de tormenta tropical y lluvias en la zona occidental.
En su devastadora trayectoria, del 23 al 31 de agosto de 2005, dejó 1833 muertos y millonarias pérdidas materiales en Bahamas, en el sur de la Florida, y sobre todo en el estado de Louisiana, con la inundación de la ciudad de Nueva Orleans.
Quince años después, la cuenca del Atlántico vive una temporada ciclónica activa, como se pronosticó, y que entra en una etapa que habitualmente es muy peligrosa: entre la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre.
Para Cuba este ha vuelto a ser un agosto con situaciones meteorológicas complicadas. Distinto al de 2019, que le fue tranquilo, aunque se activó después del día 20, con las tormentas tropicales Chantal (del 21 al 24) y Erin (26-29), y con el huracán más intenso del año, Dorian, que con categoría 5 produjo el peor desastre natural ocurrido en la historia de Bahamas, antes de culminar el 7 de septiembre su larga vida iniciada el 24 agosto.
En 2018 dos organismos habían adquirido nombre en estos 31 días, pero no se desarrollaron a la categoría de huracán: la tormenta tropical Debby (del 7 al 10), y Ernesto (del 15 al 18), que avanzó por aguas frías hasta convertirse en un evento postropical cerca de Irlanda y el Reino Unido.
Pero para los cubanos el peor referente ciclónico de los últimos años es 2017, que dio vida a cuatro organismos que se convirtieron en huracanes, con categorías 1, 2, 4 y 5, respectivamente: Franklin, Gert, Harvey e Irma. Sí, porque aunque este último afectó a la Mayor de las Antillas del 8 al 10 de septiembre, fue bautizado como tormenta tropical el día 30 de agosto, cuando se formó en las inmediaciones de la islas de Cabo Verde.
«Irma», entre los más grandes registrados en la cuenca del Atlántico en las últimas décadas, se paseó por la costa norte de oriente a occidente y provocó diez muertes el archipiélago, y daños «cuantificados en 13 mil millones 185 mil pesos, cifra calculada a partir de la paridad del peso con el dólar norteamericano», afirmó el entonces presidente de la República, Raúl Castro Ruz, en la clausura de la sesión del Parlamento, el 27 de diciembre de 2017.
En este agosto de 2020, desde el viernes 21 es «Laura» la que ocupa el centro de atención del área, donde se han confirmado oficialmente cuatro fallecidos en República Dominicana y cinco en Haití. Desde el domingo 23, Cuba enfrenta el fenómeno, que mantiene la categoría de tormenta tropical, luego de tocar tierra por el litoral sur entre las orientales provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, con vientos y lluvias que deben incrementarse en esa zona, para extenderse luego al resto de la isla.