Algo similar hizo unas semanas atrás ante Europa, justo antes de que la UE anunciara que iba a responder con aranceles duros a Estados Unidos.
Donald Trump sorprendió este martes con un cambio de tono en dos de sus frentes económicos más controversiales: la política arancelaria contra China y su tensa relación con la Reserva Federal.
El presidente afirmó que los aranceles del 145% sobre productos chinos “van a bajar sustancialmente” y aseguró que no tiene intención de destituir a Jerome Powell, titular de la Fed, a pesar de sus frecuentes críticas.
Las declaraciones calmaron temporalmente a los mercados, que venían golpeados por la fuga de capitales tras días de incertidumbre. Trump aclaró que, aunque espera que Powell baje las tasas de interés, no lo presionará con despidos.
“Si no lo hace, ¿es el fin? No”, dijo, rebajando la retórica agresiva que lo llevó a llamarlo “gran perdedor” hace apenas unos días.
De amenazas a tregua: se enfría la guerra con China
Sobre el conflicto comercial con Pekín, Trump admitió que los aranceles “no quedarán ni cerca” del nivel actual del 145%, aunque seguirán existiendo. Evitó dar cifras concretas, pero el mensaje fue claro: se avecina una desescalada.
Los impuestos fueron originalmente justificados por el papel de China en el tráfico de fentanilo y prácticas comerciales “desleales”, según Washington. La respuesta de Pekín no tardó en llegar: aranceles del 125% sobre productos estadounidenses, lo que desató una guerra que aún golpea el comercio global.
Este miércoles, el presidente Xi Jinping advirtió que los aranceles “socavan los derechos legítimos de todos los países” y afectan el orden económico internacional.
El Tesoro y Comercio también piden alivio
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, calificó los actuales niveles impositivos como “un embargo comercial recíproco” y expresó su optimismo sobre una reducción progresiva de tensiones. Howard Lutnick, secretario de Comercio, también pidió una “tregua arancelaria”, distanciándose de la postura más agresiva de Peter Navarro, asesor de línea dura en el gabinete.
Desde la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt dijo que “el gobierno va muy bien con respecto a un acuerdo comercial con China” y que “la bola avanza en la dirección correcta”.
La economía siente el golpe
Las tensiones han tenido un costo real. El Fondo Monetario Internacional rebajó su proyección de crecimiento para Estados Unidos a 1,8% este año, casi un punto menos que lo estimado anteriormente. Jerome Powell, cuyo mandato termina en 2026, ha insistido en que la guerra comercial es un lastre para la economía y se ha mostrado prudente ante la presión para reducir tasas.
Por ahora, los mercados globales respiran. Pero el alivio es provisional: las señales de Trump son cambiantes, y en una economía que depende cada vez más del equilibrio diplomático, cada palabra puede disparar o calmar una tormenta.
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