El Servicio Sismológico Nacional de Cuba, a través de su jefe Enrique Diego Arango Arias, ha informado que hasta las 9:00 a.m. de este domingo se han contabilizado un total de 4,060 réplicas desde los terremotos del pasado 10 de noviembre.
De estas réplicas, se estima que al menos 101 han sido perceptibles por la población en la región sureste de Pilón, donde la actividad sísmica ha sido más intensa.
En un mensaje reciente, Arango Arias señaló que la actividad sísmica en la falla Oriente, que es la principal fuente sismogénica de Cuba, ha comenzado a intensificarse después de unos días de relativa calma.
Este comportamiento se considera normal en la región cercana a Santiago de Cuba y obedece a la naturaleza tectónica de la falla, que presenta una ruptura vertical o subvertical, característica de una falla transformante. Cabe destacar que, a pesar de la intensidad de los movimientos telúricos, no existen condiciones propicias para la generación de tsunamis en esta zona, a diferencia de lo que ocurre en regiones de subducción.
El directivo hizo un llamado a la población a no difundir ni repetir informaciones falsas que puedan generar pánico o alarmas injustificadas.
Sismos más significativos en Cuba
Históricamente, la región afectada, ubicada en el extremo oeste de la zona oriental de Cuba, ha sido escenario de sismos significativos. Entre los más notables se encuentran el de magnitud 5,6 ocurrido el 19 de febrero de 1976, que alcanzó una intensidad de VIII grados en Pilón, y el de magnitud 6,9 del 25 de mayo de 1992, con una intensidad máxima de VII grados en varias localidades de Granma.
El reciente sismo del 10 de noviembre de 2024, de magnitud 6,7, también alcanzó una intensidad de VIII grados y estuvo precedido por un sismo premonitorio de 6,0 grados.
El jefe del Servicio Sismológico subrayó la importancia de cumplir con la norma de construcciones sismorresistentes NC 46/2017, que estipula el uso de acero y cemento en las construcciones para evitar colapsos en futuras sacudidas. La aplicación rigurosa de esta normativa es crucial para minimizar los riesgos y proteger a la población de las consecuencias de la actividad sísmica.