Uno de los primeros pasos de cualquier migrante recién llegado a España, que desee legalizarse, se llama empadronamiento, que no es otra cosa que inscribirse en el padrón municipal del sitio donde vayan a residir. Pero no todo es tan simple, ni se consigue rápido, porque no todas las viviendas ni propietarios lo permiten. De allí nace un negocio ilegal: cobrar por ello.