Desde hace varios meses los habitantes de Santa Clara viven atemorizados ante un fenómeno que ha cobrado fuerza inusitada: la posibilidad de que alguien entre de forma ilegal a sus casas y se niegue a salir. Así le ha sucedido a varias familias que por una razón u otra mantenían cerradas sus viviendas. Hombres y mujeres con niños han llegado, han roto las puertas y se han instalado.