La asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos significó un importante stop en el proceso de deshielo que se venía gestando desde 2014 entre Norteamérica y Cuba, por iniciativa de Barack Obama. Si bien el gobierno de la isla ha manifestado profundo descontento desde el discurso oficial ante los retrocesos de la nueva administración republicana, lo cierto es que hay muchos estratos dentro del gobierno cubano que se contentan con el regreso de la hostilidad acostumbrada.