La crisis bancaria de Estados Unidos se evidenció nuevamente con la caída del banco First Republic. Se trata del segundo establecimiento de este tipo más grande de la historia que cae en el país. Resulta que para su rescate, First Republic fue intervenido, en una primera instancia, por el gobierno federal. Entre tanto, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) tomó control de First Republic para entregarlo a J.P. Morgan. Este último reafirmó las intenciones de Washington, de evitar a toda costa, que la crisis empeore.
El asunto involucró, incluso, al presidente Joe Biden, quien ofreció declaraciones en la Casa Blanca. El mandatario expresó que dichas acciones garantizarían que el sistema bancario esté sano y salvo.
A mediados de marzo, 11 bancos, incluido J.P. Morgan, habían inyectado $30.000 millones a la institución. Todo esto con el propósito de contener el pánico en medio de una durísima fuga de depósitos.
Pero los daños del modelo de negocios del banco llevaron finalmente a su caída y a la adquisición de J.P. Morgan. Con este acontecimiento, es más que clara la concentración en el sistema y el posicionamiento reafirmado del gigante de Wall Street.
Al respecto Jamie Dimon, presidente y CEO de J.P. Morgan expresó que gracias a sus capacidades, solidez financiera, y modelo de negocios se concretó la oferta.
Por tanto, las 84 sucursales del First Republic abrieron el pasado lunes como sucursales ya del J.P. Morgan. De igual modo, el gigante de Wall Street asumirá los depósitos y sustancialmente todos los activos de la quebrada institución.
¿Caída en la economía americana?
Aunque se ha logrado de momento esquivar la recesión, los pronósticos apuntan a una desaceleración cada vez más profunda.
Si bien es cierto que existen reglas para impedir que bancos como J.P. Morgan absorban a sus competidores, esta jugada contó con el apoyo de Biden. Asimismo, mostró al mundo la urgencia de Washington ante la crisis bancaria.